sábado, 11 de enero de 2014

¿Quién es Muhammad? III

Abdallah era, por belleza, el José de su tiempo y se había casado con una Aminah, que era hija de Wahb, un nieto de Zuhrah, el hermano de Qusayy. El año del matrimonio fue el 569 de la era cristiana. El siguiente a éste, conocido como el Año del Elefante, Abdallah, se había ido para comerciar a Palestina y Siria con una de las caravanas; de regreso al hogar se había alojado con la familia de su abuela en Yathrib, y allí había enfermado. La caravana prosiguió sin él hacia la Meca; cuando Abd al-Muttalib se enteró envió a Harith para que acompañase a su hermano en su retorno tan pronto estuviese suficientemente bien para viajar. Sin embargo, cuando Harith llegó a la casa de sus primos sus saludos encontraron respuestas de condolencia, y al instante comprendió que su hermano había fallecido.

Grande fue la aflicción en la Meca cuando Harith volvió. El único consuelo de Aminah era el hijo que estaba esperando de su marido ahora fallecido, y su alivio fue mayor a medida que se fue acercando el momento del parto. Era consciente de una luz en su interior, y un día brilló desde ella con tan gran resplandor que pudo ver los castillos de Bostra en Siria. Y oyó una voz que le decía: "En tu seno llevas al señor de este pueblo, y cuando nazca di: Lo pongo bajo la protección del Uno, contra el mal de los que envidian. Luego, ponle por nombre Muhammad." (1.1.102).

Unas semanas más tarde nació el niño. Aminah se encontraba en casa de su tío y envió un mensaje a Abd al-Muttalib pidiéndole que fuese a ver a su nieto. Abd al-Muttalib tomó al pequeño en sus brazos y lo llevó al Santuario y al interior de la Casa Sagrada, donde pronunció una plegaria de agradecimiento a Dios por el don recibido.

Como era costumbre en las grandes familias árabes, los niños eran llevados al desierto para ser amamantados y destetados. Así fue presentado Muhammad para ser llevado, pero ninguna de las mujeres quería tomarlo para amamantarlo ya que era un niño huérfano de padre, entonces no veían que beneficio podían obtener de él, ya que su abuelo era demasiado distante, y en este caso habrían sabido que Abd al-Muttalib era ya un hombre anciano del que, con toda razón, no era de esperar que fuese a vivir mucho más tiempo. Cuando muriese, sus hijos y no su nieto serían sus herederos. En cuanto a Aminah, era pobre; y por lo que al niño se refería, su padre había sido demasiado joven para haber adquirido riqueza. Había dejado a su hijo poco más de cinco camellos, un pequeño rebaño de ovejas y cabras y una esclava. El hijo de Abdallah era ciertamente vástago de una de las grandes familias; pero también, con mucho, el más pobre de los niños que aquel año ofrecieron a esas mujeres.

Por otro lado, aunque los padres adoptivos no tenían por qué ser ricos, no debían ser sumamente menesterosos. Entre los posibles padres adoptivos se contaba con Halimah y su marido que eran más pobres que cualquiera de sus compañeros. Siempre que se dio la posibilidad de elegir entre ella y otra, fue la otra la preferida y elegida, y no pasó mucho tiempo antes de que a todas las mujeres, excepto Halimah, les hubiese sido confiado un niño. Solamente la nodriza más pobre no tenía niño y solamente el niño más pobre estaba sin nodriza.

Halimah no quería abandonar Meca sin un niño al cual criar, ya que todas sus amigas ya tenían uno consigo, así que le dijo a su esposo que iba a tomar al niño huérfano y el estuvo de acuerdo, pensó que tal vez podían obtener alguna bendición de Dios por medio de ese niño. Así tomó Halimah a Muhammad y tan pronto como lo puso en su regazo sus pechos rebosaron de leche para él, así también ocurrió el milagro con su vieja camella que les dio leche hasta que quedaron satisfechos.


Fue así como ellos se dieron cuenta que al niño pobre que habían tomado le acompañaba una gran bendición.

Recopilado de: Muhammad: Su vida basada en las fuentes más antiguas Martin Lings

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